martes, 20 de noviembre de 2018

Él Es Andy


Sin duda Andy no era el vivo retrato de su padre. Por el contrario, él reflejaba imagen de un pordiosero. Sus ropas parecían las de un elefante puestas sobre un ratón. Estas expedían el fétido olor a transpiración de cerdo. Su rostro fantasmagórico, pálido y sin expresión alguna, sus ojos saltones de color tan profundamente oscuro como el de una tiniebla, escaseaban del brillo de la vida. Y ni hablar de su cabello, que lucía como una escoba antigua, alborotado y con un descuidado tono rubio el cual suponía ser un legado de su abuela muerta. Así salía todas las mañanas intentando alcanzar lentamente y por inercia alguna sobra que el destino le soltara. Al parecer, lo único que intentaba incendiarse dentro de ese cuerpo frío, tal vez muerto, era la extrañeza de las premoniciones que de algún lugar recóndito de su ser venían a su mente logrando perturbar aquella existencia tan pasiva.

1 comentario:

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