martes, 20 de noviembre de 2018

Tu Propio Reflejo


    Para este ejercicio, vimos un video de una audición a Ucrania Tiene Talento. La chica contaba una histori muy emotiva a través de dibujos en arena. La finalidad de este ejercicio era escribir la historia del video en diferentes perspectivas o diferentes narradores. A nuestro grupo nos tocó narrador protagonista. LES RECOMIENDO ESCUCHAR EL AUDIO AL FINAL MIENTRAS VAN LEYENDO LA HISTORIA.


TU PROPIO REFLEJO

Era 1934, algo aterrador estaba a punto de ocurrir. Me estaba alistando para verme con mi amado, teníamos que hablar acerca de algo que iba a cambiar nuestras vidas para siempre, decidimos vernos al mediodía en el parque al lado de la vía del tren, vi conveniente ponerme la misma ropa que tenía al conocerlo, puesto que siempre mencionaba lo bonita que lucía aquel día. Ya era la una de la tarde y el tren estaba a punto de partir. Él aún no llegaba, cada minuto pasaba lentamente y la impaciencia se apoderaba de mí. De repente llegó un hombre muy guapo, era mi marido, llevaba su traje de paño, y vaya sorpresa que me llevé, era el mismo que tenía el día que lo conocí. Se sentó a mi lado mientras yo admiraba lo bien que se veía, ¡Estaba enamorada!

Juan era historiador, ya se imaginarán cuántas historias y anécdotas me contó mientras me conquistaba, mis ojos no paraban de contemplarlo, en realidad lo amaba, a tal punto que mi vida ya no tendría sentido sin él. Pasaron los minutos entre risas y seguía buscando el momento pacientemente para contarle la gran noticia. Cuando hubo un silencio entre los dos, decidí hablar del tema, pero de repente sonó una alarma ensordecedora la cual no esperábamos escuchar. La guerra había iniciado y era deber de todos los hombres ir a combatir por su nación, mientras las mujeres se quedarían seguras en casa. Quedé estupefacta, me sentí vulnerable y no fui capaz de pronunciar ninguna palabra, él me miró a los ojos queriendo decirme que todo iba a salir bien, pero aquella taquicardia me avisaba que no iba a ser así.

Todos los hombres debían reunirse en dos horas en el parque, aquel tiempo era suficiente para prepararse y despedirse de sus familiares, quienes lo único que hacían era llorar impresionados de lo que estaba a punto de suceder. Por otro lado, yo estaba en mi cuarto ayudándole a él con su equipaje, al salir me abrazó fuertemente y me besó, sin saber que dentro de mí llevaba una pequeña sorpresa, ¡sí, estaba embarazada! las lágrimas no pudieron detenerse. Él se alejaba lentamente de nuestro de hogar, dejándome con un sin fin de dudas acerca de cómo hubiera reaccionado al enterarse de que iba a ser padre.
Pasaron los meses lentamente, era irónico cómo una vida crecía dentro de mí y al mismo tiempo sentía que mi propia vida se había ido con Juan a esa guerra. No había tenido noticias de él, la situación se fue empeorando día a día y mi mente se rehusaba a aceptar la posibilidad de que estuviera muerto.  Pasaron los años, Joaquín ya era un niño sabio e inteligente, una clara imagen de su padre. En ocasiones el niño se encontraba jugando con sus carritos, y muy feliz dirigía su rostro hacia mí y su sonrisa me dejaba fría. Extrañaba demasiado a mi marido. Sin embargo, a pesar de su ausencia mi felicidad se encontraba a mi lado.

Una mañana solo decidí levantarme de la cama con buena cara y positivismo en el corazón, claro, con una incertidumbre enorme por no saber del amor de mi vida, preparé el desayuno e inicié con los oficios del hogar antes de que Joaquín despertara. Estaba terminando de organizar cuando alguien tocó a mi puerta, detrás de ésta estaba un hombre alto y un poco canoso, junto con dos compañeros en la parte de atrás, vestían el uniforme militar con el que vi a mi esposo por última vez y su mirada me hacía pensar que lo inevitable ya había pasado. Dirigió una caja hacia mí y con una cara seria me dijo “Lo siento mucho”, la tomé y cerré la puerta sin ninguna gana de querer abrirla, pero era necesario saber qué había dentro de ella, así que me encerré en mi habitación lejos de mi hijo. Dentro de la caja estaba su uniforme, y una carta del ejército ofreciéndome condolencias y recordando el honorable trabajo hecho por Juan.  

La tristeza rodeaba cualquiera de mis pensamientos, todo lo que veía me recordaba a él y el tiempo que pasamos juntos, me sentía desconcertada, a pesar de que él juraba que todo iba a salir bien, yo nunca debí dejar que cruzara esa puerta creyendo en mis malos presentimientos, solo quisiera que estuviéramos disfrutando de este regalo que nos ha dado la vida como fruto de nuestro amor. Juan es el amor de mi vida así esté muerto, sólo él ha sido capaz de hacerme feliz como nadie lo ha hecho. Yo sabía que algún día íbamos a hacer realidad todos los planes que habíamos ideado alguna vez juntos.

De tanta tristeza me había quedado dormida sin darme cuenta, Joaquín me levantó y me abrazó, al parecer había escuchado mis llantos. Mi hijo se estaba convirtiendo en un caballero como lo fue su padre a pesar de no haberlo conocido, la guerra me quitó a mi primer amor, pero en ese momento lo más importante era convertir a mi hijo en alguien admirable y soñador siendo capaz de cumplir sus propósitos. Crie a mi hijo con el ejemplo del gran hombre que fue su padre, haré que cuando lo mencione sienta orgullo de él.

Tiempo después, Joaquín era un hombre, ¡estaba orgullosa de él! Había encontrado el amor de su vida, aquella mujer había llenado mis expectativas. Ese viernes a las tres de la tarde, estábamos citadas ambas familias para lo que sería su compromiso. Por un momento sentí un vacío enorme, la tristeza se apoderó de mi cuerpo al recordar a Juan, ya habían pasado veinte años exactos de su partida y sentía como si hubiese sido ayer.


Salí de mi casa y estaba ansiosa por los futuros novios, me encontraba a una cuadra del restaurante y entré a recoger las argollas de compromiso con las que Juan pidió mi mano, era un regalo que de seguro lo haría recordar la memoria de su padre. Entré al restaurante y tomé asiento, en el momento del brindis mis manos temblaban y con suma delicadeza dirigí las argollas hacia ellos, Joaquín tomó mis manos y vi como sus ojos me recordaban la mirada de Juan, mi corazón estaba a punto de estallar, sentía que algo malo iba a pasar. Los novios se pararon de la mesa y justo después de contarnos que venía un nuevo integrante a la familia, sonó la alarma, aquel sonido que repetiría la historia.  
 
AUDIO 

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