FORASTERO
A esta hora de la mañana, el sol se hace presente cada
vez más intenso a cada segundo gracias al constante movimiento de nubes que hay
en el cielo. El viento frío característico de esta zona hace que las ramas de
los árboles dancen en sintonía con el movimiento de mi cabello y que las hojas
de papel traten de zafarse de mis manos. En general es un ambiente agradable.
No hace demasiado calor ni demasiado frío. El poco ruido que hay es el sonido
del viento, los pájaros, el murmullo y risas de la gente.
En lo que llamamos “la montañita” se encuentran
personas, animales y algunos establecimientos de comida. Los grupos que están
en este lugar constan cada uno de alrededor de cinco o seis personas, algunos
de ellos se les ve fumando o charlando sobre lo que ocurre a diario en sus
vidas. Mientras tanto la fuerza del viento hace que el olor a marihuana llegue
hasta mis narices causando como reacción una sensación incómoda ya que no estoy
acostumbrado a recibir este tipo de aromas tan fuertes. Sentado en el pasto de
este lugar observo poco movimiento, algunos estudiantes
están pie y otros sentados en el borde de la montaña, el factor
común de ellos es que entablan diferentes conversaciones, incluso se ríen o
simplemente comentan algo. Uno de los combos que está cerca de
unas motos estacionadas, juegan a pasarse de uno a otro una pelota pequeña sin
dejarla caer al suelo, pero ¿por qué están ahí? ¿por qué no se divierten en
otro espacio? Porque las características del suelo les permiten realizar esa actividad,
aparte también utilizan esto para distraerse un poco entre clase y clase o
sencillamente para pasar el tiempo mientras sale algún compañero.
El sonido de los buses y vehículos que suben y bajan
comienza a molestarme, por lo que decido darle a mi mente algo de distracción.
De repente comienzo a identificar grupos de personas, casi todos visten con
ropa negra o de colores brillantes, jeans a la moda y de marca, uno que otro
destaca por su peinado ya que en ellos se ve un intento de tener individualidad.
En caso contrarios hay un grupo de chicas que están uniformadas, son de
aerolíneas. Llevan su cabello recogido y sus uniformes perfectamente alisados,
éstos constan de una falda medio larga pegada al cuerpo, una camisa azul claro
y una chaqueta del mismo color de la falda, un azul oscuro e intenso como las
profundidades del océano. También noto otro grupo, era la gente que estudia
diseño, casi todos llevan lo mismo: una chaqueta de cuero o un saco unitono
pegado al cuerpo, jeans y tenis casi todos blancos.
Un chico en particular llama mi atención, y no porque
viste diferente. Está vestido con una camisa normal naranja y jeans ajustados
al cuerpo, en su rostro lleva puestas unas gafas para el sol que, junto con su
peinado moderno, le hacen parecer un galán
de primera. Lo divertido de la situación es que obviamente quiere caerle a
una chica; con su pose de “todas mías” y un cigarro en su mano le habla, o al
menos intenta hacerlo, a una chica de cabello oscuro que está al frente de él.
Sin embargo, ésta no parece dar señales de estar interesada en este sujeto,
porque siempre evita mirarlo a los ojos y seguirle la conversación.
Y entonces me comienzo a sentir como un
extranjero en este lugar. La mosca en la leche. como un invasor que no cumple
los requisitos para determinado establecimiento. Estoy aquí, sentado, solo
viendo cómo los demás tratan de buscar interacción social. Y pienso en ella, me
dijo que bajaría apenas terminara la clase, pero ya han pasado más de cuarenta
minutos y aún no responde mis mensajes. Ya es hora de darme por vencido. Me
levanto, quito los restos de pasto que hayan quedado en mi pantalón y dispongo
mi marcha para continuar con mi siguiente clase.
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